Serena Williams ha sido sin lugar a duda, la mujer más dominante del tenis profesional en los últimos 20 años. Ahora cierra una de las etapas más brillantes en la historia de este deporte. Pero no es cualquier historia, es una historia de éxito, tanto deportivo como económico.
A sus 40 años, ofreció una muestra de su incansable espíritu competitivo, con una extraordinaria victoria contra Anett Kontaveit, número dos del mundo, para prolongar su camino neoyorquino. Serena no quiere hablar de ‘retirada’, sino de ‘evolución’, un proceso que le verá dedicarse a su familia, a su hija Olympia, de cinco años, y a ‘Serena Ventures’.
Según la revista Forbes, Serena se ubica entre las 100 mujeres más ricas del mundo. Su fortuna está valorada en 260 millones de dólares y todo esto debido a la buena cabeza que ha tenido para los negocios.
Tres cuartos de las empresas en las que invierte Serena son fundadas por mujeres o personas de color, según datos oficiales. La leyenda estadounidense reconoció recientemente que le gusta perseguir ‘unicornios’, al referirse a su voluntad de salir del carril y no homologarse.
Así, invirtió en ‘Zigazoo’, la red social más grande del mundo para los niños, en ‘Nestcoin’, activa en el ámbito de las criptomonedas, ‘Infinite Objects’, especializada en Token No Fungibles (NFT), ‘Esusu’, una consultoría que ayuda a mejorar el crédito, y también en productos cárnicos elaborados a base de plantas ‘Impossible Foods’.
Su portafolio de empresas tiene un valor que el ‘Wall Street Journal’ estimó recientemente en más de 1.000 millones de dólares y la gestión de estas inversiones ya forma parte habitual de la vida de Serena.
«Me despierto y me voy a la oficina. Ahora que todo es digital, simplemente me siento y contesto a llamadas todo el día. Cuando Olympia se va al colegio, yo me voy al trabajo», contaba en una reciente entrevista a medio citado.