Un nuevo estudio ha confirmado que ríos y arroyos contribuyen significativamente a la emisión de metano, desempeñando un papel crucial en la dinámica del cambio climático. Sin embargo, la temperatura no es el principal impulsor de estas emisiones.
Un equipo internacional de investigadores ha presentado una nueva perspectiva sobre las tasas globales, patrones e impulsores de las emisiones de metano provenientes de aguas corrientes. Publicado en la revista Nature, este estudio mejorará las estimaciones de metano y los modelos de cambio climático, señalando oportunidades de gestión de tierras y restauración que podrían reducir la cantidad de metano liberado a la atmósfera.
Pero este estudio también ha revelado hallazgos sorprendentes sobre la producción de metano en estos cuerpos de agua.
Emily Stanley, profesora del Centro de Limnología de la Universidad de Wisconsin-Madison y coautora del informe, mencionó: “Esperábamos encontrar las emisiones más altas en los trópicos debido a la sensibilidad de la producción biológica de metano a la temperatura”. Sin embargo, el equipo descubrió que las emisiones en los trópicos eran comparables a las de los ríos más fríos en los bosques boreales y hábitats de tundra ártica.
Contrario a la expectativa, la temperatura no es el factor principal que impulsa estas emisiones. En cambio, el estudio señala que “la cantidad de metano liberado de los ríos y arroyos, independientemente de la latitud o temperatura, está principalmente controlada por el entorno circundante conectado a ellos”, según Stanley.
Los ríos y arroyos en los bosques boreales y las regiones polares, a menudo enlazados con turberas y humedales, así como los densos bosques en cuencas como el Amazonas y el Congo, contribuyen a la emisión de metano debido a las condiciones de bajo oxígeno que favorecen a los microbios productores de metano al descomponer la materia orgánica.
No obstante, no todos los cuerpos de agua de alto contenido de metano experimentan estas emisiones naturalmente. En algunas partes del mundo, las actividades humanas en áreas urbanas y rurales son las principales responsables de las emisiones.
Gerard Rocher, autor principal del estudio e investigador postdoctoral de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas, subrayó que los cambios humanos en las redes fluviales, como los desagües agrícolas o canales de aguas pluviales, a menudo fomentan la producción de metano al generar condiciones ricas en materia orgánica y pobres en oxígeno.
Este descubrimiento podría ser una oportunidad para reducir las emisiones de metano a través de esfuerzos de conservación y restauración del agua dulce, al disminuir la contaminación y mejorar las condiciones de los ecosistemas acuáticos.
Stanley concluye: “Desde la perspectiva del cambio climático, debemos preocuparnos más por los sistemas en los que los humanos están creando condiciones para la producción de metano que por los ciclos naturales”.