En la crónica de una simulación anunciada, el innovador ejercicio democrático que prometía ser el Frente Amplio por México terminó en la sorpresiva declinación de la priísta Beatriz Paredes a favor de la panista Xóchitl Gálvez.
El proceso que levantó grandes expectativas al venderse como una suerte de elección primaria entre un gran bloque opositor integrado por 14 aspirantes del PRI, PAN y PRD ni siquiera llegó al día de la elección.
La debacle del intento por sacar de la Presidencia a Morena y su 4T inició el lunes 28 de agosto, cuando el impresentable líder nacional del PRI “Alito” Moreno, anunció sorpresivamente que su candidata, Beatriz Paredes, podría declinar porque las encuestas no le favorecían.
La declaración banquetera de “Alito” desconcertó a más de uno; los sondeos mostraban competitiva a la priísta frente a Gálvez y apenas un par de días antes, durante el último Foro del Frente, Paredes aseguró que no declinaría.
“Decidí no declinar porque comprometerme con un proceso tiene que ver con entender la naturaleza del Frente Amplio, entender que estamos cambiando la historia de cómo se hace política en México. Si las mujeres vamos a repetir el modelo patriarcal de los arreglos, perdónenme, pero estamos jodidas”, dijo entonces la Senadora tlaxcalteca.
Algo extraño pasó. Dos días después de las declaraciones del sonriente “Alito”, el miércoles 30 de agosto Paredes finalmente anunció que abandonaba la contienda, dejándole el camino libre a su homóloga panista.
Así, el Frente Amplio, que prometía ser todo un ejercicio democrático de Oposición, terminó convertido en una gran simulación que deja más dudas que respuestas.
¿Por qué el PRI, que cuenta con una enorme estructura electoral y voto duro se bajó el ring antes de una contienda interna contra el PAN, el partido político con menos militantes?. La pregunta es sólo una de muchas alrededor.
Más pronto que tarde comenzarán a flotar los acuerdos del travieso “Alito” a cambio de entregar la candidatura de una mujer que, sin duda, ha dejado huella en política mexicana, pero que terminó sometida a lo peor de su propio partido.
PRI y PAN se perdieron el asco. Así, por primera vez en un siglo, la candidata tricolor a la Presidencia de México será albiazul.
El agua y el aceite mezcladas en una alianza contra natura, sin sentido para millones de militantes priístas y panistas quienes, tras décadas de antagonismo, hoy no saben si son de aquí o de allá.