En un hito sin precedentes en la milenaria historia de Jerusalén, la ciudad santa que abraza a tres grandes religiones monoteístas, el Patriarca Pierbattista Pizzaballa, de 58 años, ha sido investido como cardenal.
El anuncio de su nombramiento, el 9 de julio, dejó atónito al propio Pizzaballa, quien recibió la noticia en medio de un día repleto de reuniones. Sentado a punto de disfrutar su comida, su teléfono móvil comenzó a vibrar incesantemente, y la palabra “cardenal” brillaba en su pantalla. Su sorpresa fue indescriptible cuando un colega desde el Vaticano le comunicó la noticia.
En una solemne ceremonia que tuvo lugar el 30 de septiembre en la Basílica de San Pedro, se llevó a cabo el Consistorio para su elevación, con la distinguida presencia de autoridades palestinas e israelíes.
Pizzaballa, de origen italiano, ha estado inextricablemente ligado a la vida de Jerusalén desde 1990, cuando llegó como sacerdote a la edad de 25 años. Su ascenso en la Iglesia, respaldado por el Papa Francisco, ha sido notorio. Se le describe como un hombre de sonrisa fácil y trato afable, enérgico, moderno y versado tanto en tecnología como en teología, así como profundamente cosmopolita.
Nombrado Administrador Apostólico sede vacante del Patriarcado Latino de Jerusalén en 2016, y convertido en Patriarca latino en 2020, ya tenía a su cargo la responsabilidad total de Tierra Santa. Sin embargo, su elección como cardenal, junto con otros 20 nuevos cardenales, la mayoría no europeos, representa un gesto sin igual por parte del Papa Francisco hacia Jerusalén.
El presidente israelí, Isaac Herzog, elogió su fluidez en hebreo y sus dotes de liderazgo, subrayando su profundo conocimiento de la complejidad regional y la confianza que genera entre las partes interesadas en Jordania, los Territorios Palestinos e Israel.
En sus propias palabras, Pizzaballa destaca: “Jerusalén es el corazón de la Iglesia porque todo nació aquí. Somos una minoría muy pequeña en un país atrapado en un conflicto, un lugar donde el diálogo interreligioso está en constante desafío, pero al mismo tiempo, es nuestra vida en común. Es un laboratorio religioso”.
El Reverendo Davide Meli, canciller del Patriarcado Latino, señaló que la elección de Pizzaballa refleja la dimensión universal de Jerusalén y subraya las divisiones internas que afectan tanto a la ciudad como al mundo.
El nuevo cardenal, en su discurso, destacó la relevancia de su nombramiento para la comunidad cristiana y celebró la entusiasta reacción de todos.
Con jurisdicción sobre los católicos de rito latino en Israel, Palestina, Jordania y Chipre, Pizzaballa asume su cargo en un momento de profundo conflicto en Jerusalén, convirtiéndose en un símbolo de unidad en la Iglesia Católica y para los fieles de todo el mundo.
Para Pizzaballa, su nombramiento es un claro mensaje de atención del Papa a la Tierra Santa.