El compromiso del Reino Unido con la acción climática está bajo un intenso escrutinio mientras el primer ministro Rishi Sunak pone en marcha polémicas reformas que amenazan con entorpecer la expansión de la energía solar y aumentar la dependencia de energía extranjera. Este giro inesperado tiene a los defensores del medio ambiente en vilo, preocupados por los potenciales costos a largo plazo y el liderazgo global del Reino Unido en la lucha contra el cambio climático.
En un discurso pronunciado en septiembre, Sunak confirmó una serie de decisiones que revierten las políticas climáticas establecidas, incluyendo la postergación de la prohibición de vehículos de gasolina y diésel y la gradual eliminación de calderas de gas. Críticos sostienen que estos retrasos podrían recaer en los consumidores y pasar por alto las graves consecuencias del cambio climático debido a la inacción.
El más reciente objetivo en la mira del gobierno conservador son los paneles solares. Sunak anunció planes para limitar la instalación de paneles solares en tierras de cultivo del Reino Unido, una propuesta originalmente introducida durante el liderazgo de Liz Truss. Expertos en medio ambiente argumentan que expandir la capacidad de energía solar en el país es esencial para mitigar los efectos del cambio climático, mientras que los agricultores defienden que la seguridad alimentaria y energética pueden convivir de manera sostenible en la agricultura.
A pesar de liderar la producción de energía eólica a nivel mundial, el Reino Unido se encuentra rezagado en el desarrollo de su capacidad de energía solar. Incluso se está considerando la importación de electricidad desde granjas solares y turbinas eólicas en Egipto, subrayando la necesidad urgente de fuentes de electricidad bajas en carbono.
Si bien el Reino Unido se mantiene firme en su objetivo de cero emisiones netas de carbono para 2050, el rumbo para lograrlo experimenta un cambio inquietante. Las restricciones a la energía solar y los retrasos en la transición hacia vehículos eléctricos generan inquietudes acerca del compromiso general del Reino Unido con la acción climática. El impacto de estos cambios en las políticas en los costos de energía del país y en sus objetivos climáticos aún está por verse.