El Sumo Pontífice, Francisco, introduce una reforma profunda en la Pontificia Academia de Teología para adaptarla a la dinámica de una Iglesia sinodal y en constante misión. Bajo el lema “Una Iglesia sinodal, misionera y ‘en salida’ sólo puede corresponder una teología ‘en salida'”, la academia se somete a cambios significativos.
En un movimiento histórico, los nuevos estatutos de la academia buscan romper con la tendencia de mantener fórmulas y esquemas teológicos del pasado, instando a una teología que interprete de manera profética la Revelación en diálogo con las cambiantes realidades culturales del mundo. Fundada en 1718, la academia reafirma su compromiso de poner la teología al servicio de la Iglesia y del mundo, adaptando su estructura y ampliando sus objetivos para cumplir su misión.
El Papa Francisco insta a que la teología se vuelva intrínsecamente contextual, capaz de abordar los desafíos cotidianos de las personas en diversas realidades geográficas, sociales y culturales. La Encarnación del Logos eterno se convierte en un arquetipo, inspirando la lectura e interpretación del Evangelio en el contexto de las distintas culturas y tradiciones religiosas.
El diálogo se convierte en un elemento central de esta nueva teología, no solo el diálogo interreligioso, sino también el diálogo con otras disciplinas y saberes. El Papa enfatiza que la teología debe ser parte de una red de relaciones que incluye diferentes tradiciones, saberes y creencias. Se requiere un espíritu sinodal y comunitario en la práctica teológica, promoviendo la fraternidad y la comunión como medios para la evangelización.
En última instancia, la Pontificia Academia de Teología se ve llamada a promover el diálogo interdisciplinario con otros campos del conocimiento, ya sean científicos, filosóficos, humanísticos o artísticos, además de establecer un diálogo abierto con creyentes y no creyentes. El compromiso de la academia es alcanzar un entendimiento profundo que trascienda las fronteras religiosas y culturales.