En una hazaña sin precedentes, un valiente astronauta a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) ha inmortalizado una imagen escalofriante: una calavera fantasmal emergiendo majestuosamente sobre el inhóspito desierto del Sahara.
La reveladora fotografía, tomada el 12 de febrero de 2023 con una avanzada cámara Nikon D5, ha dejado al mundo boquiabierto. Pero, ¿qué misterioso secreto esconde esta aparición desde lo más profundo del espacio?
Compartida por el prestigioso Observatorio de la Tierra de la NASA, la supuesta calavera resulta ser, en realidad, un cráter volcánico de proporciones titánicas. Con una impresionante profundidad de mil metros y un diámetro que oscila entre 6 y 8 kilómetros, este colosal pozo presenta en su base una intrigante capa de sal blanca conocida como natrón. Esta mezcla de carbonato de sodio, bicarbonato de sodio, cloruro de sodio y sulfato de sodio cubre la mayor parte del terreno, otorgándole un aspecto espectral.
Detrás de los ojos y nariz que simulan una calavera, se esconde un fenómeno aún más asombroso: imponentes conos de ceniza, creados alrededor de las chimeneas volcánicas que pueblan la región. Esta maravilla geológica encuentra su morada entre las majestuosas montañas Tibesti, el pico más elevado del Sahara, ubicado a 2 mil 450 metros sobre el nivel del mar. Estas montañas, consideradas como una de las áreas más remotas y aisladas del planeta, albergan una biodiversidad sorprendente, incluyendo zorros fenec, gacelas, gatos monteses africanos y diversas especies de aves.
A pesar del entorno desafiante, las montañas Tibesti resguardan un tesoro de vida, siendo también la ancestral morada del pueblo seminómada Toubou. Este hallazgo no solo revela la fascinante geología de la Tierra desde las alturas, sino que destaca la sorprendente capacidad de adaptación de la vida en los rincones más inexplorados de nuestro planeta.