Un grupo de científicos suecos ha utilizado el concepto de “trampas evolutivas” para señalar que 12 de los 14 grandes problemas que amenazan la supervivencia humana están alcanzando niveles peligrosos. Estos problemas incluyen contaminación química, enfermedades infecciosas, cambio climático, guerras e incluso desafíos emergentes como la inteligencia artificial (IA), aunque esta última, por el momento, representa una amenaza menor según los investigadores.
Este equipo de la Universidad de Estocolmo identificó estas “trampas evolutivas”, que representan desafíos cruciales como la pandemia de la Covid-19, cambio climático, inseguridad alimentaria y conflictos bélicos. Estos problemas, manifestándose simultáneamente, han llevado a lo que los científicos denominan “policrisis”.
Explorando “Trampas Evolutivas”
El estudio, publicado en Philosophical Transactions of the Royal Society B, detalla 14 trampas evolutivas, como la simplificación de la agricultura y el crecimiento económico sin beneficios para humanos y el medio ambiente. La humanidad corre el riesgo de quedar atrapada en estos patrones dañinos generados por innovaciones inicialmente exitosas.
Ejemplos como la dependencia de cultivos específicos, como trigo, arroz, maíz y soja, hacen que el sistema alimentario sea vulnerable a cambios climáticos y plagas. De las 14 trampas, 12 están en un estado avanzado, indicando que la humanidad se acerca a un punto crítico difícil de superar.
Desafíos y Oportunidades Futuras
Los dos problemas menos avanzados son la autonomía tecnológica, incluida la IA y la robótica, y la pérdida de capital social mediante la digitalización. Los científicos enfatizan que, aunque la humanidad no está condenada al fracaso, es crucial transformar activamente nuestras sociedades.
“Es hora de que los humanos tomemos conciencia de la nueva realidad y avancemos colectivamente hacia donde queremos como especie. Tenemos la capacidad de hacerlo y ya estamos viendo señales de tales movimientos. Podemos salir de callejones sin salida”, concluye Peter Søgaard Jørgensen, investigador del Centro de Resiliencia de Estocolmo.