El fútbol turco se ve sacudido por un violento episodio que ha llevado a la Federación a tomar medidas drásticas. Tras el encuentro entre Ankaragücü y Rizespor en la Superliga, el árbitro internacional Halil Umut
Meler sufrió un brutal ataque que desencadenó la decisión sin precedentes de posponer indefinidamente todos los partidos de las ligas turcas. El presidente del Ankaragücü, Faruk Koca, agredió al árbitro con un puñetazo en el rostro, seguido de patadas de otros individuos mientras estaba en el suelo, generando una escena vergonzosa.
El incidente ocurrió después de la expulsión del delantero Ali Sowe y el empate final 1-1. La Federación condenó enérgicamente el ataque, prometiendo el castigo más serio a los agresores y tachando de cómplices a quienes alientan tales actos. La agresión desató una respuesta inmediata del presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, quien condenó el ataque y expresó que el deporte es incompatible con la violencia.
Tras la agresión, Erdoğan se comunicó con el árbitro en el hospital, donde recibió tratamiento por sus lesiones. El ministro de Deportes anunció la detención preventiva de Koca y otros sospechosos, junto con una investigación en curso. La FIFA y el Comité Técnico de Árbitros de España también expresaron su repudio a la violencia en el fútbol. Koca renunció y pidió disculpas, enfrentándose a posibles consecuencias legales por su inaceptable conducta, mientras que se especula sobre la retirada del árbitro afectado.