El sector tecnológico enfrenta transformaciones profundas, provocando una ola de despidos. En los videojuegos, el 10% de estos ajustes se concentra, con aproximadamente 9,500 puestos de trabajo eliminados en 2024, una cifra que sigue creciendo.
La industria de los videojuegos, impulsada por la innovación en consolas, sigue ciclos específicos. Casi la mitad de la población mundial consume videojuegos regularmente, con un crecimiento anual del sector cercano al 9%. Durante la pandemia, la industria experimentó un auge que llevó a expectativas infladas, las cuales ahora se están ajustando a la normalidad. Los altos costos de producción son un reto significativo; el fracaso de un producto puede destruir un estudio, y producir un videojuego es comparable en coste y tiempo a una película, si no más. Además, los cambios estructurales impulsados por la inteligencia artificial auguran un futuro donde muchos trabajos ya no serán realizados por humanos.
España, aunque parcialmente afectada, podría aprovechar este momento para redirigir estrategias. En Cataluña, por ejemplo, diversas firmas han reclutado talento despedido de grandes estudios. Electronic Arts, una de las principales desarrolladoras globales, ha inaugurado una nueva sede en Madrid, planeando colaborar con universidades y escuelas locales para promover el talento.
El Gobierno busca aumentar la producción audiovisual un 30% para 2025 y ha incluido ayudas para los videojuegos en el Plan de Recuperación y Resiliencia. No obstante, el sector prefiere una desgravación en el Impuesto de Sociedades para evitar comparaciones desfavorables con otros países y con la industria del cine. A pesar del crecimiento de escuelas especializadas, mucho talento emigra por falta de oportunidades laborales. Retener este talento y crear ecosistemas sólidos debería ser un objetivo común para todas las administraciones.
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