Con la toma de protesta de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México, el 1 de octubre marcará un momento histórico para el país. En más de 200 años, México tendrá una mujer en la presidencia, y con ello, su esposo, Jesús María Tarriba, asumirá el rol de “primer caballero”. Este nuevo cargo, que históricamente ha sido ocupado por mujeres en su versión de “primera dama”, no tiene funciones oficialmente establecidas en la Constitución o en la ley mexicana, lo que deja mucho espacio para definir qué papel jugará Tarriba durante el mandato de su esposa.
El antecedente más reciente en este tema lo encontramos en Beatriz Gutiérrez Müller, quien desde 2018 rechazó el título de “primera dama” y optó por seguir con su labor académica e intelectual, mientras que el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que antes contaba con una presidenta honoraria, pasó a formar parte de la Secretaría de Salud.
Tradicionalmente, las primeras damas de México han participado en diversas actividades sociales y políticas, tales como: acompañar al presidente en eventos oficiales, promover causas benéficas, y representar al país en eventos internacionales. Sin embargo, la llegada de Tarriba podría cambiar esta dinámica, dado que no ha mostrado interés en seguir ese camino. Hasta el momento, no se ha confirmado si él seguirá desempeñándose como asesor financiero, profesión en la que ha destacado, o si decidirá asumir algunas de las actividades típicas de las primeras damas.
El papel de la primera dama (o en este caso, primer caballero) es fundamentalmente simbólico, sirviendo como un puente entre el gobierno y la sociedad. Aunque no es un cargo oficial, quienes lo han ocupado tradicionalmente han impulsado proyectos enfocados en temas de salud, educación e igualdad de género, además de representar una figura de cohesión nacional. Ahora queda por ver qué rumbo tomará Jesús María Tarriba en su nuevo rol.
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