La industria de los videojuegos enfrenta una amenaza significativa debido a los aranceles impuestos por el presidente de EE. UU., Donald Trump. Estos aranceles añaden un 25% al precio de las importaciones de México y Canadá, y en el caso de China, el 10% inicial se ha duplicado al 20%. Según el analista Daniel Ahmad de Niko Partners, este incremento afectará a las consolas, smartphones, tarjetas gráficas, portátiles y otros productos electrónicos.
La Entertainment Software Association (ESA) ha expresado su preocupación, advirtiendo que estos aranceles podrían afectar negativamente a cientos de millones de jugadores estadounidenses y aumentar los precios del hardware y software de videojuegos. Además, se estima que los hogares de EE. UU. podrían enfrentar costos adicionales de $1,300 anuales debido a estos aranceles.
Este escenario podría acelerar la transición hacia el formato digital, ya que los consumidores buscarían alternativas más económicas frente al aumento de precios en productos físicos. La industria del videojuego se encuentra en una encrucijada, y la desaparición del formato físico podría ser una consecuencia directa de estas políticas arancelarias.