Un equipo de científicos japoneses, liderado por el profesor Hiromi Sakai de la Universidad Médica de Nara, ha desarrollado una sangre artificial universal, capaz de usarse en pacientes sin importar su grupo sanguíneo. Esta innovación busca resolver la escasez de sangre, especialmente del tipo O negativo, y podría cambiar la medicina mundial para 2030.
La sangre sintética se elabora a partir de hemoglobina extraída de sangre donada que ha caducado, encapsulada en una capa protectora de lípidos, creando vesículas de hemoglobina que simulan el comportamiento de los glóbulos rojos naturales. Estas células artificiales no tienen tipo sanguíneo y pueden almacenarse hasta dos años a temperatura ambiente o cinco años refrigeradas, en contraste con los 42 días que permite la sangre convencional bajo refrigeración.
Los primeros estudios con voluntarios iniciaron en 2022, y los resultados preliminares mostraron solo efectos secundarios leves. El equipo planea avanzar hacia estudios de eficacia y seguridad más amplios, con la meta de lograr la aprobación clínica y su uso práctico hacia el año 2030.
Este avance representa una posible revolución médica y una herramienta humanitaria clave para salvar millones de vidas en las próximas décadas, especialmente en regiones donde la infraestructura médica es limitada.
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