Aunque mantener verduras en agua puede hacerlas lucir más frescas y crujientes, esta práctica común representa un riesgo microbiológico importante, advierte Marian Zapien, ingeniera en alimentos y experta en seguridad alimentaria.
Guardar vegetales sumergidos en agua no garantiza su inocuidad. Según la especialista, “el agua llena el interior de las células vegetales, generando presión interna que hace que el tejido se sienta firme y crocante. Pero que un vegetal se sienta firme y crocante no es sinónimo de que esté seguro microbiológicamente hablando”.
El agua estancada se convierte en un entorno ideal para el desarrollo de bacterias como Listeria y E. Coli. Incluso a temperaturas de refrigeración, estos microorganismos pueden proliferar con rapidez. Si las verduras presentan heridas o grietas, los patógenos pueden penetrar al interior del vegetal, y una vez dentro, “no se eliminan solo con un lavado”.
Zapien también advierte sobre el uso de contenedores herméticos, ya que la reducción de oxígeno favorece el crecimiento de bacterias anaerobias que producen toxinas peligrosas para el consumo humano. El riesgo se incrementa si el agua no se cambia con frecuencia, si el recipiente está mal higienizado o si se combinan distintos tipos de vegetales.
El consejo: almacenar verduras con agua no es una medida segura. Aunque mejore la textura, puede transformar el recipiente en un caldo de cultivo para bacterias dañinas.
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