El rodaje de Los odiosos ocho (2015) se tornó especialmente complejo debido a las condiciones climáticas. El director Quentin Tarantino optó por aprovechar el frío extremo como recurso creativo y logístico: “Esta etapa del rodaje fue la más fría que ninguno de nosotros había experimentado en toda su vida… Quentin dijo: ‘Voy a hacerla así de fría para filmar más rápido’”.
Durante el rodaje en Colorado —previsto inicialmente con nieve artificial— un inesperado ventisquero obligó a filmar en un entorno real, mucho más hostil de lo anticipado. Walton Goggins comparte que mientras Tarantino se abrigaba, “el resto de nosotros teníamos un frío terrible”. La atmósfera era tan inusual que recuerda cómo Kurt Russell llegó a “hablar con una silla, como si la silla le estuviera respondiendo”, reflejo del agotamiento físico y mental que vivían los actores.
Estas condiciones extremas añadieron un matiz dramático palpable al rodaje de una obra que Tarantino concibió como una carta de amor al género western. No obstante, para el elenco fue un reto literal y emocional: el frío se convirtió en un elemento narrativo dentro y fuera de cámara.