Nueva York, reconocida históricamente como un referente gastronómico mundial, sufrió una caída en el ranking de mejores ciudades para comer en Estados Unidos. La nueva evaluación ubica a la ciudad en una posición por debajo de otras urbes que han destacado en los últimos años por la calidad y diversidad de su oferta culinaria.
Especialistas atribuyen este descenso a factores como el aumento de precios, la gentrificación en zonas clave y la pérdida de espacios tradicionales que antes eran referentes de la cocina local e internacional. En contraste, ciudades emergentes con propuestas innovadoras y accesibles han escalado en las preferencias de críticos y comensales.
Este cambio de posición genera debate sobre cómo Nueva York puede recuperar su prestigio y responder a los retos que enfrentan tanto restaurantes de alta gama como pequeñas propuestas independientes.
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