Las altas temperaturas han frenado el agua de los ríos que corren a lo largo del continente europeo, las “piedras del hambre” han salido a relucir y el 60% del territorio está afectando a la agricultura.
La situación del río Rin en Alemania y el Llora en Francia, han traído problemas en el comercio y el sector de energía, ambos sectores previamente golpeados por la pandemia del covid-19 y la guerra de Rusia y Ucrania.
La navegación comercial sufre limitantes debido al estiaje (el descenso natural de un río) comienza temprano este año,debido a que desde abril las lluvias han sido menores.
Poco a poco se seca el río Rin Las dificultades aumentan, ya que en Suiza, dónde nace el Rin, el complicado abastecimiento por vía fluvial hizo que Berna recurra a sus reservas de productos petrolíferos hasta al menos septiembre.
Con ello los problemas de navegación se aumentan en todo Alemania, al ser uno de los canales clave que exporta a mercados mundiales.Inclusive, transportistas marítimos se han visto obligados a limitar la carga de alguno de sus barcos para evitar que queden varados debido a la falta de agua.
A esto se le añade la crisis energética, pues el río Rin ganó importancia en los últimos meses, luego de que Alemania decidió apostar por el carbón para reducir su dependencia del gas ruso.
El problema destaca ya que las grandes centrales eléctricas se sitúan alrededor del río, por lo que las empresas han advertido por posibles perturbaciones graves en el tráfico fluvial.
Loira delira a falta de agua
El río francés Loira, famoso por los cientos de castillos que adornan sus orillas, ha tenido poco tráfico a causa del bajo caudal de agua reducido por la requisa récord de este año.
Incluso, los bancos de arena se extienden hasta donde alcanza la vista, logrando que las personas puedan caminar de un lado a otro del río sin problema.
Sauquet, jefe de hidrología del Instituto Nacional de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (INRAE), mencionó que “es algo sin precedentes”. “‘Tenemos que preocuparnos por el Loira”.
El caudal del río es de unos 40 metros cúbicos por segundo, menos de una vigésima parte de los niveles medios anuales.
Los peces se quedan atrapados en charcos ya que el agua baja tanto que no es suficiente para que continúen con su vida dentro del más.
Y, al igual que el Rin, los precios de electricidad podrían subir en toda Europa si se realiza el cierre de una o varias centrales del Loira.