Este miércoles, el mundo católico volvió su mirada al Vaticano. A las 17:46 horas locales, los portones de madera de la Capilla Sixtina fueron cerrados con solemnidad, marcando el inicio oficial del cónclave para elegir al nuevo pontífice, sucesor del papa Francisco.
El maestro de ceremonias litúrgicas, Diego Ravelli, pronunció la tradicional fórmula en latín “Extra omnes” (“fuera todos”), exigiendo que todos los no electores abandonaran el recinto. Acto seguido, los 133 cardenales menores de 80 años quedaron encerrados en el interior, donde permanecerán en deliberación hasta llegar a un consenso.
Como dicta la tradición, el cardenal Raniero Cantalamessa, predicador capuchino, ofreció una última meditación antes de abandonar el lugar. A partir de ese momento, los purpurados quedaron completamente incomunicados con el exterior. Aunque cenarán y dormirán dentro del Vaticano, no podrán abandonar el territorio ni usar medios de comunicación externos hasta que el proceso concluya.
Se espera que ya este mismo día se realice la primera votación. El resultado se anunciará mediante una señal visual clásica: humo blanco para indicar acuerdo, o negro para señalar que el proceso continúa. Para ser elegido, un candidato debe alcanzar al menos 89 votos, equivalentes a dos tercios del total de cardenales.
Si no hay ‘fumata blanca’ hoy, las votaciones seguirán los próximos días en sesiones dobles, una por la mañana y otra por la tarde, hasta que se proclame el nuevo líder de la Iglesia católica.
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