En un polvoriento campo de fútbol rodeado por los característicos cerros de Lima, un grupo de niños se alinea pacientemente, esperando su turno para golpear con fuerza la pelota que surca el cielo gris de la ciudad. El béisbol se ha convertido en un refugio para los niños venezolanos que emigraron a Perú, una actividad que no solo les brinda distracción, sino también un vínculo con el hogar que dejaron atrás.
El entrenador Juan Carlos Urquia explica a EFE que el objetivo es mantener a estos niños lejos de las calles y ocupados en un deporte que todos ellos apasionan. Él afirma que hasta ahora han logrado un buen trabajo al enseñarles y permitir que crezcan en un deporte que no es muy común en la región.
En el sector popular de San Juan de Lurigancho, durante unas horas al día, un campo de fútbol polvoriento se convierte en un terreno de béisbol. Niños de edades comprendidas entre 4 y 15 años se reúnen, portando las camisetas naranjas de la escuela “Los Astros”.
La iniciativa de Los Astros nació hace casi tres años cuando un padre venezolano llegó a Lima y deseó que su hijo pudiera jugar béisbol nuevamente. Ante la falta de una escuela, comenzó a entrenar a su hijo en un parque, lo que gradualmente atrajo a más niños que extrañaban su deporte favorito.
David Pérez, de 10 años, levanta la pelota con determinación entre los sonidos de los bates y las instrucciones de los entrenadores. David es seguidor del equipo Magallanes y sueña con jugar en las grandes ligas. Él comparte cómo cuando llegó a Perú, no todos sabían jugar béisbol, y en ese momento, su círculo de amigos era limitado. Sin embargo, gracias a Los Astros, ha encontrado un espacio donde no solo ha mejorado su juego, sino que también ha superado el miedo de cambiar de entorno.
Alexis Jesús Fuentes, de 13 años, llegó a Perú desde Venezuela sin amigos y con la preocupación de no poder practicar su deporte favorito. Ahora, es una de las estrellas del equipo y entrena diariamente. A pesar de las diferencias culturales y los cambios en su entorno, el béisbol le ha brindado una comunidad y un propósito en su vida en Perú.
Madres como Soleidis y María, observando a sus hijos jugar, destacan que el béisbol no solo brinda diversión, sino también un sentido de propósito que mantiene a los niños alejados de las calles y de los vicios. Aunque están agradecidas por esta oportunidad en Perú, también enfrentan una preocupación: la falta de una liga profesional de béisbol en el país, lo que significa que a los 16 años, los niños ya no podrán seguir avanzando en el deporte.
A pesar de los obstáculos, el béisbol ha demostrado ser una vía para que los niños venezolanos migrantes en Perú encuentren un sentido de pertenencia, unión y escape en un país nuevo, mientras mantienen viva su pasión por el juego.