El Gobierno de Chile ha emitido un decreto histórico, marcando el 11 de septiembre como un día de duelo nacional, conmemorando los 50 años del golpe militar de 1973, el trágico fallecimiento del presidente Salvador Allende y el inicio de la dictadura bajo el mando de Augusto Pinochet.
Este decreto ejecutivo, con profundo respeto a las palabras, establece la necesidad de rendir homenaje a aquellos que perdieron la vida en ese fatídico 11 de septiembre y en los días subsiguientes, como resultado de las circunstancias imperantes. Más allá de ideologías, se presenta esta jornada como un momento de reflexión y unidad nacional, subrayando la importancia de la democracia y el compromiso inquebrantable con la defensa y promoción de los derechos humanos.
El símbolo de la nación, nuestra bandera, ondeará a media asta en las sedes del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como en oficinas gubernamentales, establecimientos de las fuerzas armadas y cuerpos de seguridad.
En los días previos al aniversario, el presidente Gabriel Boric reveló detalles significativos sobre cómo la oposición de derecha, representada por Chile Vamos, rechazó oportunidades para participar en la conmemoración de esta fecha histórica. Boric expresó su voluntad de compromiso, ofreciendo la opción de un acto institucional el día anterior en el Congreso Nacional, exclusivamente con autoridades, si el acto en La Moneda les resultara incómodo. Esta oferta también fue rechazada.
La decisión de la derecha de no participar en el acto y de no suscribir una declaración condenatoria del golpe de Estado, propuesta por Boric, ha suscitado controversia. Desde el oficialismo, se acusa de intentar imponer una narrativa unilateral sobre los eventos de 1973 y sus secuelas. Boric, en respuesta, recalcó que los acontecimientos registrados en la historia de Chile han sido corroborados por los informes Rettig y Valech, y ratificados por el Congreso Nacional, dejando poco margen para el debate.
Según informes oficiales, durante la dictadura se contabilizaron más de 40 mil víctimas directas, incluyendo ejecutados, desaparecidos y torturados, cifras que arrojan luz sobre una oscura época de la historia chilena que nunca debe olvidarse.