Santiago Giménez es hoy una de las figuras más prometedoras del fútbol, pero su camino hasta el Milan no ha sido fácil. A los 17 años, una trombosis lo dejó al borde del retiro antes de debutar profesionalmente. En 2018, tras un entrenamiento con Cruz Azul, su brazo comenzó a inflamarse. Los médicos le diagnosticaron un coágulo en la vena subclavia, posiblemente derivado de una cirugía previa en la clavícula. Se sometió a tres intervenciones y durante meses vivió con la incertidumbre de si podría volver a jugar.
Su recuperación fue catalogada como un milagro por los especialistas. Un año después, debutó con Cruz Azul bajo la dirección de Pedro Caixinha y marcó su primer gol con Robert Dante Siboldi. En 2022, cuando ya se había consolidado en la Liga MX, el Feyenoord apostó por él. La oportunidad de jugar en Europa lo llevó a pedir consejo al técnico de la Selección Mexicana, Gerardo “Tata” Martino, quien sin dudarlo le recomendó aceptar la oferta.
En Países Bajos, Giménez pasó de ser suplente a convertirse en el goleador del Feyenoord. Sin embargo, su gran momento no fue suficiente para ganarse un lugar en el Mundial de Qatar 2022. Pese a su rendimiento, Martino justificó su ausencia argumentando que “hacía muchos goles, pero jugaba poco”. Hoy, el delantero ha dejado atrás esa decepción y con su fichaje en el Milan, se prepara para escribir un nuevo capítulo en su carrera.
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