En las páginas envejecidas de un antiguo manuscrito medieval, se ha encontrado una profecía asombrosa: una predicción de una futura explosión estelar. Este sorprendente hallazgo se relaciona con el sistema binario de estrellas T Coronae Borealis (T CrB), situado a 2 mil años luz de distancia, que emite expulsiones de gas cada 80 años. Resulta que este sistema podría haber sido observado desde la Edad Media.
En octubre de 1217, un monje alemán en una abadía dirigió su mirada al cielo y notó cómo un punto de luz en una de las constelaciones aumentó inexplicablemente su brillo. Este observador meticuloso registró el fenómeno en el registro general de la abadía, documentando su evolución durante varios días. Ocho siglos después, el análisis del manuscrito medieval sugiere que este monje podría haber sido la primera persona en registrar una nova recurrente.
Las novas recurrentes son eventos poco comunes en el universo, donde una estrella extrae materia de su compañera de mayor masa, desencadenando estallidos intermitentes de luz en intervalos regulares. Estos sistemas binarios suelen consistir en una enana blanca y una gigante roja, que interactúan debido a sus enormes diferencias de densidad.
Históricamente, se creía que el primer avistamiento oficial de la nova recurrente T CrB ocurrió el 12 de mayo de 1866 gracias a las mediciones realizadas por el astrónomo John Birmingham. Sin embargo, el antiguo manuscrito sugiere que este fenómeno pudo haber sido observado desde la Edad Media.
El documento dejado por el monje Abbott Burchard describe cómo una “fuente puntual estelar que brilló con gran luz de origen maravilloso” apareció en la constelación de la Corona Boreal. Aunque las anotaciones carecen de coordenadas precisas y descripciones científicas, su tono jubiloso es lo que sugiere su posible relación con una nova recurrente en lugar de otro evento cósmico más común, como un cometa.
A medida que los astrónomos continúan investigando este descubrimiento histórico, en 2024 se espera que los telescopios modernos, como el Telescopio Espacial James Webb, tengan la oportunidad de observar la nova recurrente de T CrB. Esto podría arrojar nueva luz sobre este fenómeno cósmico y confirmar la importancia del antiguo registro medieval.