El actual CEO de Disney, Bob Iger, ha admitido públicamente que el exceso de contenidos relacionados con Marvel fue una mala estrategia, señalando que la compañía priorizó la cantidad sobre la calidad. Este enfoque, impulsado por su predecesor Bob Chapek, tenía como objetivo llenar el catálogo de Disney+ con material de franquicias populares, pero terminó diluyendo el impacto de cada producción.
Uno de los factores clave en esta saturación fue la excesiva carga de trabajo para Kevin Feige, presidente de Marvel Studios, quien tuvo que dividir su atención entre numerosos proyectos, comprometiendo el estándar que antes caracterizaba al universo cinematográfico. A ello se suma la presión que enfrentaron los estudios de efectos visuales (VFX), sobrecargados de demandas con plazos ajustados, al punto de recibir amenazas de exclusión si no cumplían.
Este reconocimiento marca un giro en la estrategia de Disney, que busca revalorizar sus marcas disminuyendo la frecuencia de lanzamientos y enfocándose en productos más cuidados.