Un análisis reciente del Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU. (NCI) confirma que la incidencia de cáncer entre adolescentes y jóvenes (15-39 años) está aumentando, impulsada por factores como detección temprana, cambios en estilo de vida y mejoras en registro epidemiológico.
En 2024 se proyectó que aproximadamente 84,100 diagnósticos de cáncer corresponderían a ese grupo, representando cerca del 4.2% del total nacional. Las neoplasias más frecuentes incluyen cáncer de tiroides, mama, testículo, melanoma y sarcomas. A pesar de que la tasa de mortalidad ha mostrado una disminución anual cercana al 0.9%, la prevalencia de casos nuevos y la atención a secuelas a largo plazo han llamado la atención de especialistas.
Los factores atribuidos al fenómeno incluyen hábitos alimenticios poco saludables, sedentarismo, exposición a radiación artificial y ambientales, consumo de sustancias carcinógenas y mejoras en la tecnología diagnóstica. Se plantea que muchos casos hoy detectados hubieran quedado sin registro décadas atrás.
Para médicos e instituciones de salud, estos hallazgos representan un llamado a reforzar la prevención y los programas de vigilancia personalizada, especialmente para el grupo joven, que puede verse desplazado por el enfoque tradicional en adultos mayores.
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