Jesús García Corona, un humilde trabajador de las minas de cobre de Sonora, es recordado como el héroe en esta celebración. Inició su carrera en la industria minera a la temprana edad de 18 años, sin haber tenido educación formal. De manera autodidacta, adquirió conocimientos clave en la industria y comenzó brindando servicios de mantenimiento a las locomotoras. Con el tiempo, se convirtió en ingeniero de máquinas y finalmente ocupó el cargo de maquinista, a pesar de su falta de estudios formales.
El 7 de noviembre de 1907, Jesús García Corona se encontraba operando un tren cargado de dinamita en uno de sus viajes entre Nacozari y la Mina de Pilares. Durante el trayecto, observó que la presión del vapor en la locomotora era menor de lo requerido, lo que generó preocupación. En un intento por mejorar la presión, se utilizó una estrategia que desencadenó un incendio en las góndolas.
En una valiente y trágica decisión, García Corona avanzó con el tren hacia un área despejada para minimizar el impacto de la explosión. A medida que la locomotora se alejaba, instó a sus compañeros a saltar del convoy y se quedó solo en el tren. La dinamita finalmente detonó, cobrando la vida de Jesús García Corona y otras 12 personas que se encontraban cerca de la vía del tren.
La heroica acción de García Corona no pasó desapercibida, y su sacrificio tuvo un impacto significativo en la historia laboral de México. Tras su trágica muerte, la Unión de Mecánicos Mexicanos organizó una huelga contra la empresa del Ferrocarril Central para presionar al presidente Porfirio Díaz a mejorar las condiciones laborales.
No fue sino hasta 1935, bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas, que se decretó oficialmente el 7 de noviembre como el Día del Ferrocarrilero en conmemoración de la hazaña de Jesús García Corona y su valiente acto que salvó a muchas vidas y cambió la historia laboral en México.