En la búsqueda de diamantes, encontrar diamantes rosas se asemeja a un verdadero milagro debido a su excepcional rareza. Los diamantes, conocidos por ser uno de los materiales más costosos del mundo, han sido una parte integral de la cultura del lujo a lo largo de la historia, ya sea como adornos en pendientes, anillos o relojes. Pueden tener un origen natural, formados mediante procesos geológicos en la explotación minera, o ser creados artificialmente a través de procesos que requieren condiciones extremas de temperatura y presión. Sin embargo, los diamantes rosas poseen una singularidad que los distingue.
Un nuevo estudio enfocado en las minas de Argyle, el único lugar en el mundo donde se encuentran en abundancia diamantes rosas, ha revelado que su distribución está intrínsecamente relacionada con la formación de los continentes.
Para desentrañar este enigma, los investigadores se adentraron en la mina de Argyle en Australia, con la intención de identificar las condiciones que diferenciaban esta región de aquellas en las que los diamantes eran tradicionalmente blancos.
Los resultados de su análisis revelaron que esta zona geográfica había sido parte de placas tectónicas que chocaron en el pasado, durante la formación inicial de los continentes. Asombrosamente, los diamantes rosas comenzaron a emerger de las profundidades de la Tierra hace aproximadamente 1,500 millones de años.
Hugo Olierook, autor principal del estudio, explicó que Argyle se encuentra en una zona en la que la región de Kimberley y el norte de Australia colisionaron hace eones. Esta colisión creó una región dañada o “cicatriz” en la Tierra que nunca sanaría por completo. Aunque el continente que se convertiría en Australia no se dividió, el área de Argyle experimentó estiramiento, incluida la formación de esta “cicatriz”, lo que permitió la creación de brechas en la corteza terrestre. Estas brechas permitieron que el magma ascendiera hacia la superficie, llevando consigo los codiciados diamantes rosas.
La formación de un diamante implica condiciones extremadamente precisas, como altas temperaturas y presiones que durante mucho tiempo solo existieron en la naturaleza. Aunque se conocía el origen de los diamantes rosas, las razones detrás de su distintiva coloración eran un misterio.
Olierook reveló que, aunque la composición química de un diamante rosa es similar a la de uno blanco, su coloración única está relacionada con las presiones a las que ha estado expuesto. Según sus palabras, “aplica un poco de presión y se vuelve rosa. Aplica un poco más y se torna marrón”.
Los diamantes rosas, al parecer, requieren condiciones precisas y una ubicación particular para formarse, lo que contribuye a su inusual rareza. Como muchas otras piedras preciosas, esta singularidad los convierte en unas de las joyas más codiciadas y valoradas en el mundo del lujo.