Cada 21 de septiembre, un día antes del inicio de la primavera en el hemisferio sur, se convierte en una fecha especial en Perú. Aunque el frío aún persiste y se espera que el invierno se extienda hasta octubre, los peruanos celebran esta transición estacional con la entrega de flores amarillas, símbolo de renacimiento y prosperidad. Este ritual, que se ha convertido en una tradición no escrita, llena los mercados del país de un vibrante amarillo, con comerciantes ofreciendo girasoles, rosas y otros capullos de tonos dorados.
El 21 de septiembre no solo marca el cambio de estación, sino también una oportunidad económica para muchos vendedores, especialmente en mercados tradicionales como el de Santa Rosa en el distrito del Rímac y el de Piedra Liza. Allí, desde temprano, los comerciantes se preparan para atender la alta demanda de flores, mientras que los periodistas documentan la actividad.
Esta costumbre se ha transformado en un acto de aprecio, donde amigos, familiares y parejas intercambian ramos como un gesto de buenos deseos, augurando tiempos mejores, independientemente del clima. Las flores amarillas representan la esperanza de una primavera llena de prosperidad y alegría para quienes las reciben.
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