Heather Hardy, excampeona mundial de la OMB, se encuentra hoy en la batalla más desafiante de su vida: lidiar con las secuelas físicas y emocionales tras una carrera marcada por la gloria, pero también por el sufrimiento. Desde su pequeña oficina en el legendario Gleason’s Gym de Brooklyn, observa las fotos que narran su historia: once años de combates, victorias y sacrificios.
En una imagen aparece con uniforme verde, rindiendo homenaje a sus raíces irlandesas; en otra, con sus guantes Everlast colgando. Cada fotografía retrata momentos gloriosos, hasta llegar a una que la quiebra emocionalmente: ella con su hija Annie, cuando apenas tenía un año. “Me siento tan mal por ella. Ojalá pudiera decirle que nadie te va a ayudar”, confiesa entre lágrimas. “Tendrías que hacerlo todo tú sola”.
Tras un año de retiro forzoso, provocado por golpes que causaron daño cerebral, Hardy intenta mantener la compostura mientras revive episodios de dolor y resiliencia. A sus 43 años, ya no se prepara para una pelea en el cuadrilátero, sino para reconstruir su vida con dignidad.