El sindicato United Auto Workers (UAW) ha desatado una revolución industrial en Estados Unidos con una huelga sin precedentes que afecta simultáneamente a las tres principales fábricas de automóviles en Detroit. Esta medida impacta de lleno en la producción de icónicos vehículos como el Ford Bronco, el Jeep Wrangler y la Chevrolet Colorado, además de otros modelos altamente populares.
El presidente de la UAW, Shawn Fain, declaró enfáticamente: “Por primera vez en nuestra historia, vamos a la huelga en las Tres Grandes”, subrayando que están dispuestos a tomar medidas adicionales si no se alcanzan nuevos acuerdos contractuales.
El conflicto laboral, que involucra a 12,700 trabajadores, se desarrolla en las plantas de montaje de Ford en Wayne (Michigan), GM en Wentzville (Misuri) y la marca Jeep de Stellantis en Toledo (Ohio). Estas instalaciones son cruciales para la producción de vehículos altamente rentables para estos fabricantes de automóviles.
La estrategia de paros selectivos adoptada por Fain podría limitar el impacto económico en el sindicato, cuyo fondo de huelga es significativamente menor que las reservas de efectivo acumuladas por las empresas gracias a sus exitosas líneas de camiones y SUVs.
Mientras Stellantis tiene un considerable inventario de Jeeps, un cierre prolongado en su planta de Jeep en Toledo podría resultar en pérdidas millonarias. Aunque algunos expertos ven esta huelga inicial como más simbólica que dañina, advierten que podría ser el preludio de medidas más drásticas si las negociaciones no avanzan favorablemente.
Se estima que esta huelga podría detener la producción de alrededor de 24,000 vehículos a la semana, pero por el momento, los compradores muestran disposición a esperar. En las plantas de Ford en Wayne, Michigan, cientos de trabajadores y simpatizantes se congregaron en solidaridad cuando comenzó la huelga.
EMPRESAS EN ALERTA ANTE EL INMINENTE AUMENTO DE COSTOS
El sindicato busca un aumento salarial del 40%, mientras que las empresas ofrecen un máximo del 20%, sin los beneficios sociales demandados por el sindicato. Además, persiste el desacuerdo sobre la eliminación de los sistemas salariales escalonados, que requieren que los trabajadores recién contratados permanezcan en sus puestos durante ocho años para igualar los salarios de los veteranos, una demanda central de la UAW.
Ford advierte que las propuestas actuales duplicarían sus costos laborales en Estados Unidos, poniéndolos en desventaja frente a competidores no sindicalizados como Tesla. Stellantis ha declarado su compromiso con las medidas de contingencia para proteger sus operaciones en Norteamérica.
General Motors ha expresado su decepción por la huelga y continúa negociando de buena fe, aunque ha sugerido que las demandas salariales y de beneficios de la UAW podrían costarles más de 100,000 millones de dólares, más del valor total de la compañía.
Fain ha rechazado las afirmaciones de las automotrices, argumentando que han gastado miles de millones en recompra de acciones y altos salarios ejecutivos. La huelga también podría tener efectos secundarios en proveedores y otras industrias vinculadas al sector automotriz, agotando la demanda y la liquidez si se prolonga.
La incertidumbre se agrava por la transición hacia vehículos eléctricos, que podría poner en riesgo los empleos en el sector de motores de combustión, algo que la UAW no respalda. Todo esto se observa desde cerca en un escenario político donde el presidente Joe Biden está invirtiendo en subvenciones federales para impulsar los vehículos eléctricos, mientras que el sindicato ha mantenido una postura crítica hacia él.
Mientras la huelga continúa, el presidente de la UAW, Shawn Fain, adopta un enfoque inusual al negociar simultáneamente con las tres principales automotrices de Detroit en lugar de elegir una como modelo de contrato para las otras dos. Esto podría beneficiar a los fabricantes de automóviles no sindicalizados en Estados Unidos, como Tesla, Toyota, Honda y Mercedes, que representan más de la mitad de las ventas en el mercado estadounidense.
De acuerdo con estimaciones del Deutsche Bank, una huelga prolongada podría impactar negativamente en los beneficios de cada fabricante de automóviles en alrededor de 400 a 500 millones de dólares por semana de producción perdida. La situación se torna más crítica a medida que se extiende en el tiempo.