La jueza Beryl Howell emitió una resolución sin precedentes el 17 de agosto en la Corte del Distrito de Columbia, negando la protección a una obra producida por inteligencia artificial. El caso fue presentado por Stephen Thaler, CEO de una empresa especializada en la creación de obras generadas por esta tecnología.
En el centro de su fallo, la jueza destacó que la conexión entre la mente humana y la expresión creativa es crucial para garantizar la protección legal, afirmando que sin esta conexión, no es posible atribuir autoría según las leyes de derechos de autor. Su declaración final subrayó que “la autoría humana es un requisito fundamental”.
Esta resolución marca un hito al ser la primera en su tipo dictada por un tribunal federal en Estados Unidos, que rechaza el registro de una obra generada por inteligencia artificial. El país se une así a la mayoría de resoluciones similares en el mundo que niegan el reconocimiento de autoría a obras creadas por IA. Hasta ahora, solo China parece mantener una postura favorable a la protección de estas obras.
Esta decisión llega en un momento crítico en la industria, cuando diversos sectores creativos expresan su preocupación por el impacto que la IA podría tener en la producción y comercialización de entretenimiento. Los dobladores, traductores, guionistas e incluso artistas visuales enfrentan la posibilidad de ser reemplazados por esta tecnología, lo que amenaza sus ingresos y contribución al proceso creativo.
En medio de esta transformación, surge la pregunta sobre si negar la protección legal a las obras generadas por IA es la solución adecuada para frenar estos cambios. Algunos argumentan que esta negación podría no ser la estrategia adecuada, y que las leyes de propiedad intelectual eventualmente encontrarán formas de otorgar protección a estas obras, incluso si la figura del autor humano desaparece.
Se espera que se consideren diversas opciones para atribuir la autoría en obras generadas por IA, ya sea a la máquina generadora, a los creadores del software o a las empresas impulsoras de estos esfuerzos. La Oficina de Derechos de Autor en Estados Unidos incluso había contemplado la posibilidad de otorgar protección a contenidos generados por IA si un humano seleccionaba o coordinaba creativamente el proceso.
En resumen, esta resolución marca un punto de inflexión en la discusión sobre la autoría en obras creadas por inteligencia artificial en Estados Unidos y pone en relieve los desafíos y cuestionamientos que enfrenta la propiedad intelectual en la era de la automatización creativa.