La riqueza artística y devocional en torno a Santa Rosa de Lima se erige como un tesoro cultural en las profundidades de Perú. Esta destacada figura, la primera santa originaria de América Latina canonizada por el Papa Clemente X en 1671, sigue resonando poderosamente en la identidad nacional en el día que honra su legado.
El Ministerio de Cultura ha anunciado con orgullo que el país guarda celosamente más de 300 bienes culturales relacionados con Santa Rosa de Lima. Una devoción que se extiende en el tiempo y el espacio, manifestando su estatus como Patrona del Perú, América y las Filipinas. Además, su presencia es exaltada en el seno de la Enfermería y la Policía Nacional, uniendo a cientos en su santuario capitalino y en el distrito de Santa Rosa de Quives, donde las oraciones y deseos se entrelazan con su figura venerada.
La narrativa visual de esta santa abraza una amplia gama de episodios de su vida y fervientes muestras de devoción, como lo ha señalado el Ministerio de Cultura. Desde innumerables pinceles y manos, se ha dado vida a la espiritualidad y dedicación de Santa Rosa de Lima, tejiendo con estos objetos culturales móviles una red de historia y creencias que profundizan el culto a esta figura excepcional.
Las galerías de los museos estatales resguardan joyas artísticas como “Santa Rosa de Lima y el Niño” de Díaz Petrus (1810), un impresionante testimonio en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia. Así también, obras anónimas del siglo XVIII capturan la esencia de la santa en museos regionales de Cuzco, Ayacucho y Lima.
La crónica de Santa Rosa de Lima, una joven nacida en 1586, quien en su entrega a los desfavorecidos en la capital peruana, luego de abrazar la vida religiosa dominica, ejemplificó la oración y penitencia con una devoción extrema, se encuentra viva en los recovecos de su antigua morada en Quives y en el sagrado santuario del corazón capitalino, ambos convertidos en destinos de peregrinaje en esta fecha conmovedora.