Con importantes novedades en el horizonte, la Selección Mexicana regresa a la acción en esta Fecha FIFA. Jaime Lozano, al frente de la escuadra, anunciará pronto a los convocados con los cuales trabajará intensamente durante casi dos semanas. Un proceso que trascenderá hasta el año 2026, marcando el destino del fútbol nacional.
El desafío es mayúsculo: México se medirá ante Australia y Uzbekistán. Más allá de los resultados, el enfoque se centra en la forma de juego, la concepción táctica y los pormenores que se desplieguen en el terreno. El tiempo es oro, un bien escaso con los seleccionados. Se da paso adelante desde la Copa Oro, donde reinaban la corona y la euforia bajo la batuta de un técnico interino cuyo resultado era aceptable, sin importar el desenlace.
Con firmeza, Lozano encara su responsabilidad al frente de la Selección. La presión ahora es tangible, requiriendo no solo solidez táctica, sino también apoyo emocional y un círculo de confianza.
El corazón no debe flaquear al lidiar con jugadores en constante cambio de club y adaptación. En partidos donde se cuenta con todos los recursos, la llamada debe ser clara. Las concesiones solo socavan la búsqueda de un desempeño respetable en una Copa del Mundo.
La voluntad debe emerger de los jugadores. La asistencia a estos compromisos debe ser un deseo afirmativo y hambriento por ser parte del proceso desde el inicio. La mudanza no debe ser una excusa. Esta actitud diferencia al comprometido ansioso por jugar un Mundial del conformista mediocre.
La lista de ausentes se desmarca: César Montes, Jorge Sánchez, Luis Chávez, Hirving Lozano… El equipaje y los boletos de avión deberían estar listos.
En contraparte, Héctor Herrera regresa. No es cuestión de antagonismo, pero su aporte al equipo en esta etapa es limitado. Tras un decepcionante Mundial en Qatar y un rendimiento cuestionable en la MLS con el Houston Dynamo, su inclusión en la próxima convocatoria plantea interrogantes. ¿Persisten las malas costumbres en la Selección Nacional?
La base de jugadores debe ser selecta y alineada con la estrategia. Herrera ya no encaja en ese cuadro. En la actualidad, su papel parece ser más recreativo en Houston, adoptando la disciplina según su conveniencia.
A partir de este momento, Lozano y su equipo tienen la responsabilidad de ser la mejor Selección de todos los tiempos, en vista del Mundial en México y Estados Unidos. El fracaso es inaceptable en esta coyuntura.