El FC Barcelona se quedó a segundos de volver a una final de Champions League. Había remontado un 2-0 en el Giuseppe Meazza y se adelantó con un gol de Rapinha al minuto 89. Pero el Inter de Milán demostró una eficacia letal y un temple de acero: Acerbi empató en el 93, y Frattesi selló el 7-6 global en el 99 tras una jugada magistral de Thuram. Fue un duelo vibrante, caótico y épico.
Tres claves explican este desenlace:
- Defensa endeble del Barça. El equipo catalán recibió 24 goles en 14 partidos de esta Champions, un promedio de 1.71 por juego. Ningún finalista reciente había tenido un registro tan frágil en defensa.
- Contundencia sin posesión. El Barça tuvo el 72% del balón, disparó 41 veces y marcó seis goles. El Inter, con solo 20 remates (10 al arco), anotó siete. Eficacia absoluta.
- El sacrificio lo fue todo. Lautaro Martínez, lesionado en la ida, jugó 70 minutos de forma heroica, marcó, provocó un penal y cambió la historia. En la banca rival, Lewandowski entró hasta la prórroga y no pesó.
La actuación de Sommer en el arco italiano y el carácter del Inter contrastaron con la propuesta estética del Barcelona. El estilo de Flick parece consolidarse, pero la eficacia fue la diferencia. El Barça cayó con la frente en alto; el Inter va a Múnich.
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