En respuesta a las crecientes probabilidades de una inminente erupción volcánica, Islandia ha declarado el estado de emergencia. Aunque las autoridades no pueden prever con certeza el momento ni la ubicación exacta del posible evento, la Oficina Meteorológica de Islandia ha registrado numerosos terremotos, algunos de considerables dimensiones, durante las últimas semanas, intensificándose especialmente del 10 al 12 de noviembre de 2023.
La actividad sísmica se origina en un corredor de magma de poca profundidad en el suroeste del país, en una región con más de 2000 antiguos cráteres, que se dirige hacia el mar. Este desarrollo ha llevado a la evacuación preventiva de Grindavík, una ciudad costera ubicada aproximadamente a 40 km al suroeste de la capital, donde la actividad sísmica ha generado una fisura en el suelo de unos 15 kilómetros de longitud.
Islandia, ubicada sobre la divergencia entre las placas de Norteamérica y Eurasia en la dorsal mesoatlántica, es propensa a terremotos y actividad volcánica debido al choque de estas placas. La península de Reykjanes, donde se han concentrado los sismos recientes, alberga el volcán Fagradaslfjall, activo en 2021, 2022 y 2023. La posibilidad de que el magma se dirija al océano o se introduzca en un canal volcánico ha generado preocupaciones, llevando a la evacuación de Grindavík, que se encuentra en la posible trayectoria del magma.
Además de los riesgos locales, existe la preocupación de una erupción que emita gases tóxicos y ceniza volcánica. Este peligro, destacado por la erupción del volcán Eyjafjallajökull en 2010, afectó el espacio aéreo europeo, causando la cancelación de vuelos debido a la ceniza que se transportó a grandes alturas, afectando la visibilidad y amenazando los motores de las aeronaves.