En audiencias recientes, Mark David Chapman, quien asesinó en 1980 al músico John Lennon, admitió ante un tribunal de libertad condicional que el crimen se perpetró “para ser alguien” y destacarse, pues sentía que Lennon era un ícono demasiado popular que él quería superar.
Chapman se encuentra aún encarcelado, sirviendo una sentencia de entre 20 años y prisión perpetua, y sigue siendo evaluado como un riesgo de seguridad pública ante cada petición de libertad. Su admisión y la constante negación de remordimiento genuino complican su situación legal y su imagen pública.
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