El icónico líder sindical del petróleo en México, Carlos Romero Deschamps, ha fallecido a la edad de 79 años, víctima de un infarto, según han informado fuentes del sector. Este personaje, que una vez detentó un poder inmenso y que estuvo constantemente bajo el escrutinio por alegaciones de corrupción, deja un legado controvertido.
Romero Deschamps, originario de Tampico, Tamaulipas, comenzó su carrera en Petróleos Mexicanos (Pemex) como conductor de pipa a la temprana edad de 26 años. Con el tiempo, escaló peldaños hasta convertirse en el líder supremo de su sindicato en 1993. Durante más de dos décadas, estuvo al frente de una organización sindical que aglutinaba a más de 100,000 trabajadores. Sin embargo, su ascenso también estuvo marcado por acusaciones de corrupción, un ostentoso patrimonio caracterizado por lujosos automóviles, una exclusiva colección de relojes Rolex, propiedades en resorts y yates.
Además de su rol sindical, Romero Deschamps incursionó en la política como legislador del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Durante su trayectoria, fungió como diputado federal en cinco ocasiones, en los periodos 1979-1982 y 1991-1994, y como senador en dos ocasiones, en los años 1994-2000 y 2012-2018. Durante su tiempo en el poder, se le acusó repetidamente de desviar millones de dólares a los gobiernos en turno, principalmente al PRI. Su gestión se vio ensombrecida por el escándalo del “Pemexgate” en el año 2000, un caso de presunto desvío de recursos del sindicato para respaldar la campaña presidencial del candidato priista Francisco Labastida.
A pesar de las numerosas acusaciones en su contra, Romero Deschamps nunca enfrentó juicio ni fue llevado ante la justicia. Su nombre quedará inextricablemente ligado a Pemex y al sindicato que dirigió en la penumbra durante 26 años, simbolizando el controvertido mundo del sindicalismo posrevolucionario en México.