Durante años, la ciencia ha observado con asombro la sorprendente longevidad y resistencia al cáncer de los murciélagos. Algunas especies pueden vivir más de 25 años, lo cual es inusual para mamíferos de su tamaño. Y lo más impresionante: apenas desarrollan cáncer. Ahora, un estudio liderado por los biólogos Vera Gorbunova y Andrei Seluanov de la Universidad de Rochester podría ofrecer pistas cruciales para la medicina humana.
Publicado en la revista Nature Communications, el estudio analizó cuatro especies de murciélagos: el murciélago pardo pequeño, el grande, el frugívoro jamaiquino y el nectarívoro de cueva. Todos comparten una versión más robusta del gen p53, conocido en humanos como el “guardián del genoma” por su capacidad para inducir la muerte celular controlada (apoptosis) y prevenir tumores.
En los murciélagos, el p53 actúa con una precisión quirúrgica: elimina células defectuosas sin dañar las sanas. Algunas especies incluso tienen dos copias del gen, lo que refuerza su sistema natural de defensa contra el cáncer. Además, estas criaturas producen telomerasa (una enzima que protege los extremos de los cromosomas) sin caer en el riesgo de envejecimiento celular o formación excesiva de tumores.
Otro factor es su sistema inmunológico, altamente eficaz. Esta capacidad les permite hospedar virus peligrosos sin enfermar, lo que sugiere un equilibrio único entre tolerancia y defensa. Aunque no son completamente inmunes al cáncer, su respuesta ante tumores es tan rápida y efectiva que supera con creces la reacción del cuerpo humano.
Este estudio apenas abre la puerta a futuras investigaciones. A largo plazo, entender los mecanismos biológicos de los murciélagos podría traducirse en nuevas terapias contra el cáncer para humanos.
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