Un informe final de la Guardia Costera de Estados Unidos concluyó que la implosión del sumergible Titán, ocurrida el 18 de junio de 2023 durante una expedición turística al Titanic, fue una tragedia evitable. El sumergible, operado por la empresa OceanGate, perdió contacto con la superficie una hora y 45 minutos después del descenso. Cuatro días más tarde, se confirmó la implosión a casi 4,000 metros de profundidad, provocando la muerte instantánea de los cinco tripulantes.
Entre las víctimas se encontraba Stockton Rush, director ejecutivo de OceanGate y piloto del Titán; el empresario británico Hamish Harding; el experto en el Titanic Paul-Henri Nargeolet; el empresario Shahzada Dawood y su hijo Suleman. Cada uno pagó 250 mil dólares por la experiencia.
El informe revela fallas estructurales en el casco de fibra de carbono, un material que no fue sometido a pruebas rigurosas ni contó con certificación. OceanGate operó el sumergible sin cumplir protocolos de seguridad, ignorando advertencias internas y evitando inspecciones externas. La presión generada por la profundidad superó la resistencia del casco, causando su colapso inmediato.
Jason Neubauer, responsable de la investigación, afirmó que “este siniestro marítimo y la pérdida de cinco vidas se pudieron evitar”.
El documento también denuncia que OceanGate generó un ambiente laboral hostil, en el que empleados temían reportar anomalías por temor a represalias. Se omitieron alertas detectadas en expediciones anteriores, incluida una en 2022.
Como medida preventiva, la Guardia Costera propuso reforzar regulaciones internacionales, exigir certificaciones obligatorias y establecer controles más estrictos en la construcción y operación de sumergibles.
La familia de Paul-Henri Nargeolet presentó una demanda por negligencia, exigiendo una indemnización tras la operación del sumergible con conocimiento de sus deficiencias. OceanGate cesó operaciones tras el incidente.
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