El brote del gusano barrenador del ganado, un parásito que ataca a los animales de sangre caliente, ha desatado una crisis significativa para la producción cárnica en México. Las recientes medidas sanitarias y de control implementadas por el gobierno federal para contener la plaga están alterando drásticamente la cadena de suministro, según denuncian los productores del sector.
Tras la declaratoria de emergencia nacional por sanidad animal, se instalaron numerosos retenes federales y estatales dedicados a la inspección del ganado en tránsito. Esto ha provocado un aumento crítico en los tiempos de espera: trayectos que normalmente duraban cerca de 20 horas ahora pueden extenderse hasta 32. Los productores se quejan de una sobrerregulación que duplica inspecciones ya realizadas, lo cual no solo retrasa los traslados y eleva la mortalidad del ganado debido al estrés durante el transporte, sino que pone en riesgo el bienestar animal. La consecuencia directa de estos retrasos y controles es un desabasto regional de carne de res, afectando principalmente a los mercados locales y a los consumidores que dependen de la oferta habitual.
El impacto económico ya es palpable: el precio de la carne de res ha registrado aumentos de hasta 17\% desde que se impusieron las restricciones. En estados como Puebla, se ha documentado que la disponibilidad de ganado ha caído hasta un 40\% lo que disparó el precio de la carne cerca de un 18.4\%. A nivel macroeconómico, el sector reporta pérdidas millonarias, estimadas en cerca de 1,300 millones de dólares debido a la drástica caída en las exportaciones de ganado vivo hacia Estados Unidos.
Pese a las quejas, el gobierno, a través de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), sostiene que las estrategias emprendidas —controles sanitarios rigurosos, inspecciones y programas de erradicación— han logrado contener la plaga en el 99.9\% del ganado registrado durante el último año. No obstante, los ganaderos advierten que la sobrerregulación amenaza con colapsar la cadena de producción nacional, señalando que las demoras, las inspecciones excesivas y el estrés del ganado son contraproducentes. La preocupación principal es que la escasez de carne suficiente podría agravar los problemas de seguridad alimentaria en el país.
La combinación de desabasto, encarecimiento y baja disponibilidad apunta a una disrupción severa en el mercado interno de carne de res. Si la situación no se resuelve, se prevén nuevos aumentos de precio, escasez de cortes específicos o una disminución en la variedad de la oferta. Esta crisis cárnica no solo afecta el bolsillo de los consumidores, sino que impacta toda la economía que involucra a ganaderos, empacadores, distribuidores y comercios, demostrando que el problema del gusano barrenador es estructural, tensando la seguridad alimentaria y la estabilidad del sector agropecuario nacional.
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