En una noche sorprendente de la Europa League, la Roma falló tres tiros desde los once pasos ante el Lille y perdió 1-0. El equipo visitante sorprendió temprano con un gol de Hakon Haraldsson, pero fue el portero Berke Özer quien se erigió en figura al detener las tres ejecuciones posteriores. En los dos primeros penales, el árbitro ordenó repetir las ejecuciones ante infracciones previamente señaladas; en el tercero, la Roma cambió de tirador, pero el resultado fue el mismo: balón detenido.
Por otro lado, el Celtic se quedó con el sentimiento de injusticia tras ver anulado un gol que parecía legítimo tras revisión del VAR. Brendan Rodgers cuestionó duramente la decisión, llamándola “desconcertante” y señalando fallas en el uso del videoarbitraje para acciones claras.
Ambos incidentes reflejan los márgenes de error que pueden decidir una eliminatoria europea: desde la eficacia individual en el frente ofensivo hasta la precisión en decisiones arbitrales asistidas.
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