La cantante estadounidense Sabrina Carpenter emitió una contundente condena contra la Casa Blanca luego de que su canción *Juno* fuera utilizada sin su consentimiento en un video difundido por medios oficiales que mostraba detenciones de migrantes realizadas por el organismo migratorio ICE. El polémico clip combinaba imágenes de las redadas migratorias con fragmentos de la canción de Carpenter, destacando de manera particular la línea “¿Alguna vez has probado esta?” mientras se superponían emoticones de corazones sobre escenas que mostraban arrestos y operaciones de seguridad.
La reacción de Carpenter fue inmediata y rotunda, expresando su rechazo absoluto en la plataforma X (anteriormente Twitter) con un mensaje claro en inglés y español: “This video is evil and disgusting. Do not ever involve me or my music to benefit your inhumane agenda.” (traducido como: **“No me involucren nunca a mí ni a mi música para beneficiar su agenda inhumana.”**).
La artista reclamó que su música había sido utilizada para promover lo que ella considera una política inhumana, directamente vinculada con operativos de deportaciones masivas. Además, solicitó explícitamente que se elimine cualquier asociación entre su obra y ese tipo de mensajes. Con su acción, Carpenter se sumó a una creciente ola de artistas que han rechazado enérgicamente el uso no autorizado de su trabajo con fines políticos, especialmente en campañas que abordan temas delicados como la inmigración.
La respuesta del gobierno, a través de la portavoz de la Casa Blanca, Abigail Jackson, no ofreció disculpas ni anunció el retiro del video. En su lugar, Jackson emitió un comunicado en defensa del contenido, justificando las deportaciones y arremetiendo contra quienes critican la medida. La representante calificó a los migrantes “criminales ilegales” como “monstruos peligrosos” —mencionando específicamente a asesinos, violadores y pedófilos— y descalificó a los defensores de estos inmigrantes, señalando que “deben ser estúpidos, o lentos”.
Este episodio ejemplifica las tensiones crecientes entre los artistas y las administraciones políticas sobre el uso no autorizado de obras para fines proselitistas. Expertos en derechos de autor y libertad de expresión señalan que estos usos vulneran la integridad artística y constituyen una manipulación del contexto. La controversia subraya el poder simbólico de la música: Carpenter denuncia cómo una canción originalmente concebida con un tema romántico fue convertida en un acompañamiento sonoro para imágenes de violencia institucional.
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