Al menos 50 personas murieron y más de 200 resultaron heridas en Gaza tras una serie de tiroteos, incluyendo un ataque ocurrido cerca de un centro de distribución de ayuda respaldado por Estados Unidos. El incidente más letal se registró en Rafah, donde al menos 23 personas perdieron la vida en las inmediaciones de una instalación administrada por la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF).
Este hecho se suma a una creciente ola de violencia y desorganización en la entrega de alimentos y asistencia humanitaria en medio de una crisis agravada por el bloqueo israelí. La situación ha provocado una profunda tensión entre organismos internacionales, Israel y organizaciones encargadas de distribuir la ayuda.
La Fundación Humanitaria de Gaza, a la que Israel ha delegado buena parte de la distribución, administra centros bajo resguardo militar. Sin embargo, ha sido criticada por la ONU, que considera que este sistema compromete la seguridad y la neutralidad de la ayuda humanitaria.
En un mensaje emitido en redes sociales, Philippe Lazzarini, jefe de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), denunció que “personas hambrientas están muriendo intentando conseguir comida” en un sistema que calificó como “letal”. La ONU sostiene que la entrega de ayuda debe ser imparcial y estar libre de interferencias militares.
Testimonios como el de Ahmed Fayad, quien sobrevivió al ataque, reflejan el nivel de desesperación: “Fuimos por ayuda para nuestros hijos, pero fue una trampa mortal”.
En paralelo, se reportaron nuevos enfrentamientos que dejaron al menos cinco personas más muertas, mientras pobladores desesperados saqueaban camiones de ayuda. El conflicto también ha puesto en entredicho el papel de Israel, que argumenta que grupos armados como Hamás desvían la ayuda; mientras que estos lo niegan y acusan a Israel de utilizar el hambre como táctica de guerra.
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