La naturaleza se desató con furia en Autlán de Navarro, Jalisco, cobrándose un devastador tributo de ocho vidas humanas y dejando a dos personas en paradero desconocido. La madrugada del fatídico 25 de septiembre, una lluvia atípica desencadenó el desbordamiento del arroyo El Cangrejo, convirtiendo la apacible comunidad de El Jalocote en una zona de desolación.
En un dramático informe proporcionado por el alcalde, Gustavo Robles, se relata la triste historia de una bebé de once meses con daño craneoencefálico, evacuada de emergencia vía aérea al Hospital Civil de Guadalajara. Dos personas más reciben atención médica en el hospital regional, mientras que otras dos permanecen desaparecidas, desatando una intensa búsqueda con binomios caninos y vuelos de drones sobre la zona afectada.
El cauce desbordado arrasó con cinco viviendas y dejó daños parciales en otras 10, así como una escuela secundaria y vialidades. El impacto visual de miles de litros de agua arrastrando tierra, árboles y escombros fue capturado en estremecedores videos compartidos en redes sociales, donde también se aprecia el lodo cubriendo calles y vehículos.
La respuesta ante esta tragedia no se hizo esperar. Más de 100 elementos de diferentes niveles gubernamentales, incluyendo la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), fueron desplegados en la zona. El secretario general del Gobierno, Enrique Ibarra, se unió al esfuerzo de supervisión y atención a las necesidades de la población.
El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de las Familias (DIF) Autlán estableció un refugio con 101 catres, 170 cobijas, 100 colchones y despensas para apoyar a las familias damnificadas. Aunque el arroyo ya no se desborda, la afluencia de agua persiste, y se insta a la comunidad a mantenerse alerta y seguir las recomendaciones oficiales.
El presidente municipal, Gustavo Robles, anunció la declaración de emergencia en la zona, garantizando así el acceso a los tan necesitados apoyos. En medio de la inesperada tormenta, tanto los residentes como las autoridades se vieron sobrepasados, sin tiempo para evacuar a los ciudadanos hacia lugares más seguros.
La incomunicación y la fractura de vialidades siguen siendo problemas críticos, con la esperanza de que puedan resolverse en las próximas horas. Mientras tanto, la búsqueda incansable de las dos personas desaparecidas continúa, y las identidades de las víctimas que fueron arrastradas por la implacable corriente del agua, el lodo y los escombros siguen siendo un misterio.