El remake de El vengador tóxico (Toxic Avenger) dirigido por Macon Blair y protagonizado por Peter Dinklage ha sido recibido con críticas duras y un consenso: “carece de atractivo alguno”. La producción exhibe una narrativa pobre, diálogos poco inspirados y un tono que no encaja con el espíritu original del personaje. Aun contando con un elenco de renombre, la película no logra capitalizar su potencial.
La historia parte de Winston, un padre viudo diagnosticado con una enfermedad cerebral terminal y cuyas finanzas están en números rojos. Sin seguro médico y con deuda, decide infiltrarse en una fiesta de su empleador como conserje rico, para pedir ayuda. Su destino se tuerce cuando entra en contacto con sustancias tóxicas que deforman su cuerpo, otorgándole facultades regenerativas y transformándolo en Toxie, quien deberá enfrentar a las élites corruptas de la ciudad.
La crítica señala que el filme no toma riesgos narrativos ni explota el talento del elenco. Los efectos digitales resultan “tan malos (malos en plan mal, no en plan serie B)” y la película termina siendo “la peor película de lo que va de año”. No logra conectar con su público objetivo, dejando una sensación de decepción más que de entretenimiento. En resumen: un proyecto que podría pasar como prescindible, pero que deja poco espacio para la admiración cinematográfica.