“El Chueco” es el criminal más buscado en el estado de Chihuahua durante las últimas semanas, por los asesinatos de dos sacerdotes jesuitas un guía de turistas y un joven de 22 años asesinados en Chihuahua.
Vivía en una residencia al cuidado de una fortaleza de sicarios en el poblado de Bahuichivo, en la sierra Tarahumara.
Su casa sobresale de todas las demás, con arquitectura estadounidense con finos acabados en su interior y patio que contrasta con la pobreza que se vive en esa región de Chihuahua, municipio de Urique, que no llega a los 800 habitantes.
El predio cuenta con dos construcciones, la primera tiene cinco cuartos, todos con camas y colchones sucios y bases de madera gastadas y rotas; algunos tenían el lujo de una televisión, todas las habitaciones tienen un altar a la Santa Muerte con flores y veladoras.
Antes de los asesinatos de los sacerdotes jesuitas, “El Chueco” se movía con total libertad por toda la región extorsionando a los pobladores.
“Ahí lo íbamos a agarrar”, aseguró el fiscal General de Chihuahua, Roberto Fierro Duarte, quien reveló que hace unos meses realizaron un operativo junto con la Secretaría de Marina para detener al “El Chueco”, pero su estructura criminal desplegada en Bahuichivo y la extensa sierra que Noriel Portillo conoce como pocos, le permitieron escapar.