El gobierno de Italia endureció los requisitos para acceder a la ciudadanía por derecho de sangre, restringiendo la elegibilidad solo a quienes tengan padre o abuelo italiano. Antes, descendientes de bisabuelos o tatarabuelos podían solicitarla, lo que benefició principalmente a latinoamericanos con raíces italianas, en especial en Argentina y Brasil.
La reforma, aprobada en el consejo de ministros, busca evitar la “comercialización” de pasaportes y exigir a los nuevos ciudadanos mantener un vínculo real con Italia. A partir de ahora, quienes se naturalicen deberán ejercer sus derechos y cumplir obligaciones cívicas al menos una vez cada 25 años.
El canciller Antonio Tajani aclaró que el derecho de sangre no será eliminado, pero sí se establecerán límites estrictos para evitar abusos. Argentina, que cuenta con la mayor comunidad de descendientes de italianos fuera de Italia, registró 30,000 nuevas ciudadanías en 2024 bajo la legislación anterior.
Con la normativa previa, entre 60 y 80 millones de personas en el mundo podían reclamar la nacionalidad italiana, una cifra que ahora se reducirá drásticamente.